División, esa es la palabra que nos caracteriza.

Sales a la calle y ves el aire separado del suelo, las aceras separadas por la carretera, las nubes separandonos del cielo... la urbe separándonos del pueblo, aún estando en un pueblo.

Sin embargo, sin salir a la calle, entre tus propios amigos, todo es división. Los bebedores de no bebedores, los fumadores de no fumadores, los callados de los no callados, los atrevidos de los no atrevidos...

Es timidez vs descaro, reflexión vs espontaneidad...

¿Dónde quedó la palabra unidad? La palabra grupo, equipo, unión... Muy a mi pesar creo que se quedó en el fondo de un vaso, en el eco de un grito, en un altavoz a todo volúmen y ceniza callendo al suelo.
Si, es timidez frente a descaro. No soporto ver dolor por culpa del placer, no soporto horas de reflexión en silencio por culpa de la espontaneidad a gritos, no soporto sentir lo que escribo, y no poder escribir lo que siento. No soporto que hoy esté separado de mí mismo.
Hoy mis dedos son calles sin acera, que intentan dar paso a letras que se pierden en este griterío de la urbe.
Hoy mis dedos no son venas que bombean todo lo que me envenena, si no cruces que enturbian mis ideas para luego despertarme y recordarlas en una tarde intensa.

Todo es como un vaso de agua, donde agua es sujetada y separada por cristal, y cristal enfrenta a aire y agua, que intentan disputarse el placer de ser placer para hombre, y gana agua por ser más impredecible que aire y por dejarse guiar por cristal...

Hoy es hoy, y el mañana está separado por el hoy y algo que me invento para explicar que mañana sea más viejo. No, nadie es perfecto.