Pienso sentado qué escribir, de qué escribir. No encuentraba algo bueno que me pasara, ni tampoco nada especial. El problema era que estaba esperando a que llegase solo, tanto el "algo bueno", como el "de qué escribir". El problema era que cuando abres los ojos después de estar a oscuras, los medio-abres, y hasta puedo decir que el problema es no acordarse de abrirlos del todo para poder ver la realidad.

Si te pones a observar y te fijas en los detallitos que hay en las cosas, puede que encuentres ese "algo". Hoy no tenía dinero, no había nada para desayunar y me he metido con un amigo en el ascensor, bajando con ese "Click!.... Fllllllppp, Brrrrrr... Plop! Flllllpp" y hemos salido a la calle. Todavía estaba dormido, pero distinguí el precioso cantar de los pajarillos, del estridente "cantar" de los semáforos, abandonados a la interperie y detestados tanto por peatones como por automóviles. Los automóviles huyen de él cuando se pone en naranja, lo odian cuando se ponen en rojo justo antes de llegar y están deseando irse cuando se pone en verde. Yo, en cambio, lo odio tanto cuando se me pone en rojo en mis propias narices, y cuando se pone verde y "canta" alegremente, avisando de que podemos cruzar. Manías que coge uno...

Siguiendo con el viaje, llegamos a una cafetería y disfrutamos de una tostada de jamón, un zumo de naranja y una calle llena de universitarias pasando y sentándose en las demás mesas de la cafetería. Buen desayuno, tan rico como el tiempo. Me encanta el aire libre...

Discutimos sobre lo bien que sienta desayunar fuera, y al pasar por otra cafetería leemos "Hay churros con chocolate". Nos miramos, pienso que no tengo dinero, y me dice "cuando tengas dinero, venimos e invitas"... ¡Puta telepatía!

Nos volvemos a acordar de los churros cuando volvemos al piso cargados con cuatro pepsis, cinco litros de agua, cuatro litros de batido, una caja de 5kg de detergente y otras cuantas cosas más... Y también del perro que se ha quedado en el piso.

[...]

Parecen cosas insignificantes, típicas, que no hace falta escribir ni hablar de ellas. Pero... ¿qué es un día?. Un día es un conjunto de hechos, seguramente insignificantes en la globalidad de la vida. Entonces, ¿qué es una semana? Un conjunto de días, a la larga, insignificantes. Y por tanto, el mes, y el año, a unas últimas también.

Si tenemos esa visión, esa actitud, definitivamente, nuestra vida será insignificante en sí. Pasaremos de todo, siempre, sin darle valor.

Ahora es denoche, y puedo hablar del día, de mi día. Los días están llenos de detalles, de pequeñas pinceladas de importancia, de cosas que pueden llenarte, de momentos en un segundo, de segundos en un minuto. Un bostezo al unísono, un tropezón, un mensaje de un amigo al que no puedes ver, un toque, una botella de pepsi vacía, cagar y no tener papel...

Hoy es solo un día cualquiera, pero es importante, hoy he escrito, cosa rara. Ya no es la "dulce soledad" la que marca la entrada principal en mi blog. Hoy en mi entrada principal está un día cualquiera.

Lo más importante de todos esos detalles, de esos pequeños "algos", es que han servido para hacerme escribir, para encontrar algo especial, para darle sentido a un día cualquiera, y para poder deshacerme de la soledad, con unos simples "algos" llamados "momentos y detalles": esas pequeñas cosas tan grandes.


Ahora pregunto... ¿Has tirado alguna vez una piedra a un río?
"Be water my friend"