Escribiendo cosas que no veo. Cerrando los ojos y ver cosas en movimiento. Sudando, a chorros, camuflando lágrimas con alcohol. Bebiendo por beber, sufriendo por sufrir, en balde, sabiendo que esto no sirve para nada y, sin embargo, lo hago.

Pasándome del límite y seguir cuerdo. ¿Cuánto tengo que beber para dejar de estarlo? ¿Por qué solo puedo perder la consciencia durmiendo? ¿Y por qué durmiendo no recuerdo lo que sueño? La vida no es justa, cuando quieres algo no lo encuentras, y cuando no lo quieres, ese algo te busca.

Estoy sentando, en un sofá, mareado, escribiendo a ciegas, pero sintiendo todo cuanto me rodea y todo cuanto siento, doblemente. Sudo, lloro, lloro por dentro, me prometo no hacerlo más, y sin embargo, aún no he terminado. Me da asco todo, excepto el escribir, excepto el sentir, excepto el darme cuenta de que esto no sirve para nada.

Beber no ahoga las penas, te ahoga la vista, los sentidos, pero no los sentimientos ni la razón. Tengo la consciencia a flor de piel, pidiendo clemencia y que pare, pero con los sentidos ahogados no oigo, no escucho, no puedo sentir los golpes que me da en el corazón, pidiéndome parar, pidiéndome moverme, sudar más, llorar más, pensar…

Pensar que el alcohol no ahoga las penas, sino a uno mismo, y a sus ganas de ser. Que ahora solo me siento como un despojo… Me doy asco. Solo adoro a mis manos, siempre fieles a mis sentimientos.