5:35 After Moon
Hay noches en las que recorres las calles sin mover los pies, sentado sobre una asiento blandito, con el cristal bajado, mientras que el aire te peina y te relaja, con la luna a modo televisión, y un panel con unos cuantos LEDs marcando la hora de vuelta a casa.
Son noches que se sienten, noches de despedidas apoyados en un capó, en la puerta delantera, en la trasera o en el maletero. No importa, hay polvo en cualquier sitio, y cuando te vas... solo en tus pantalones.
Todo tiende al recuerdo: esos pantalones llenos de polvo cuando tu madre te dice "¿Pero donde te has sentado?", ese sitio en el que distes tantos besos y abrazos, esas personas que te los devolvieron...
Necesitamos de ese calorcito que nos damos unos a otros, de esas tantisimas noches de risas, de saciarnos viendonos y hablando, en un sofa blandito, con la luz del fondo encendida, y con unos cuantos cigarrillos sobre un viejo cenicero. Aunque hay veces que no tienes bastante con algunas cosas, como ese beso en la oscuridad o ese silencio intenso... que habla por sí solo, seguido de un abrazo, un sollozo, y una lágrima arrastrándose por dentro...
Creo que es ese placer el de sentir el que me hace desear volver, sin irme. Pero, por ahora, sigo aquí. Estoy montado en un asiento que no se mueve: ahora soy yo el que camina, a manos de mis dedos, al fondo de tus ojos, por ramas doradas hasta tu cerebro. ¿Entonces por qué tanta nostalgia? Ahora mismo estoy leyendo esto contigo. Quizás esté mal acostumbrado a preferir atravesar tus ojos con los míos, poder ver tus palabras y escuchar tus labios.
Qué se le va a hacer, aun veo un reloj, y ahora marca la hora de vuelta a la cama.
Aun recuerdo esos besos.
Son noches que se sienten, noches de despedidas apoyados en un capó, en la puerta delantera, en la trasera o en el maletero. No importa, hay polvo en cualquier sitio, y cuando te vas... solo en tus pantalones.
Todo tiende al recuerdo: esos pantalones llenos de polvo cuando tu madre te dice "¿Pero donde te has sentado?", ese sitio en el que distes tantos besos y abrazos, esas personas que te los devolvieron...
Necesitamos de ese calorcito que nos damos unos a otros, de esas tantisimas noches de risas, de saciarnos viendonos y hablando, en un sofa blandito, con la luz del fondo encendida, y con unos cuantos cigarrillos sobre un viejo cenicero. Aunque hay veces que no tienes bastante con algunas cosas, como ese beso en la oscuridad o ese silencio intenso... que habla por sí solo, seguido de un abrazo, un sollozo, y una lágrima arrastrándose por dentro...
Creo que es ese placer el de sentir el que me hace desear volver, sin irme. Pero, por ahora, sigo aquí. Estoy montado en un asiento que no se mueve: ahora soy yo el que camina, a manos de mis dedos, al fondo de tus ojos, por ramas doradas hasta tu cerebro. ¿Entonces por qué tanta nostalgia? Ahora mismo estoy leyendo esto contigo. Quizás esté mal acostumbrado a preferir atravesar tus ojos con los míos, poder ver tus palabras y escuchar tus labios.
Qué se le va a hacer, aun veo un reloj, y ahora marca la hora de vuelta a la cama.
Aun recuerdo esos besos.