Se hace raro encontrar sinceridad solo en fotos, cuando aún las sonrisas no eran fingidas.
Me cuesta sonreír, aún cuando hay gente con cámara de fotos.
No se escribir, ni mis manos quieren cuentas conmigo.

No hay estrellas donde miro, quizás ellas también quieran estar solas y se han arropado con las nubes.
No quiero dormir, porque no quiero ver lo que quiero.


Cuando vas callendo, no te das cuenta de nada, pero cuando estás abajo, lo recuerdas todo, y lo ves todo desde otro ángulo, de noventa. Jaque al lápiz, al papel, y a todo lo que creía estable y posible. Ves como a unos se les va la vida, y te das cuenta de cómo pasa la tuya, a tu lado, no contigo.

No se trata de olvidar, de perdonar, o de no querer ver. Se trata de vivir. Vivir lo malo, vivir las consecuencias, los fallos, las mentiras. Vivir lo que te gusta y lo que no. Vivir, despertar, qué mas da.
Se trata de abrir los ojos, los oídos, y los otros cuatro, aunque sin olvidarse de la vieja caja roja, que ella también siente.


Se trata de querer, siempre es eso.