Pierdo lo que quiero poco a poco, mientras paso el tiempo, y de él, sin hacer nada y sin poder hacer algo que solucione las cosas. Es él vengándose de mí por no echarle cuentas, y llevándose lo que más tiempo lleva aquí.
Pierdo momentos, por estar aquí y no allí, porque mis momentos deberían ser los suyos y yo, egoista de mí, estoy aquí viviendo los míos, que quieren estar allí.
Pierdo mis metas, lo que quiero, lo que quiero conocer. No sé si lo que hago está bien, o si tan sólo hago lo suficiente para que merezca la pena.
Me pierdo en mis sueños, ya no soy dueño de ellos, ni reflejan lo que son. Había un tiempo en el que soñar era bonito y me hacía querer ir a ese mundo de laberintos de sábanas y de estar calentito. Ahora sólo es un "hasta mañana" a mí mismo, para pasar el tiempo como alguien normal, sin tener tan si quiera sueño. Hace mucho que también se perdió.

Que el título de la entrada sea el que es, es porque es el título de mis días.

Pensándolo bien, no lo pierdo, nadie me lo quita. El latín me dice que "per-dere", que "doy por completo", y es así. La diferencia entre cambiar las cosas y no cambiarlas es hacer algo, y yo estoy en el sofá, viendo pasar el tiempo mientras tú, que tanto te quiero, ves pasar lo que más quieres hasta que él te deje pasar al cielo.