La incertidumbre de dormir sin saber qué va a pasar mientras los detalles van llenando el espacio que respiras, quitándote el aire y decorando ese mundo que acechas, sin prisa. Como si pudiésemos saber a caso qué va a pasar en nuestros sueños, como si fuese algo que poder dirigir, esperando que no aparezcan allí los demonios, esos detalles malvados que nos atemorizan con dejarse ver al mundo.

En la vida, todo es como en la vida, hasta los sueños. No hay nada más cierto que un sueño, desde el primer detalle que se coló en ellos hasta el último despertador que sonó antes de que sonase uno igual en este otro mundo que intentamos conocer. Y como en la vida, si que aparecen demonios, pero en ese extraño lugar que cambia de forma entre miradas, también aparecéis vosotros.

A veces tenemos la suerte de encontrar personas capaces de calmar nuestros temores más grandes, de guardar nuestros mejores secretos, de arrancarnos palabras con un beso, de decorar el camino de nuestras lágrimas y hacer de su caída una fiesta; de ser parte de nosotros y de cuidarnos desde dentro, hasta el final. Tenemos la suerte de encontrarnos con ángeles, verdaderos seres hechos de luz. Una luz especial, hecha para nosotros y que solo nosotros podemos ver.

Y sois vosotros los detalles que se aferran al aire que se cuela en mis sueños, sois vosotros quienes decoráis mis sueños, mis ganas de luchar y seguir adelante.

Sois el aliento que me hace mantener a raya mis demonios,
y sois unos de mis tantos secretos a voces.