Cuentos.
"-No quiero morir aquí abajo.
- Pues no lo hagas."
Darte cuenta es el primer paso, ya no de haber tocado fondo, porque ahí suelen ser pocos los que bajen a por ti, si no de estar en ese medio camino entre lo que te has dispuesto a conseguir, y lo que has dejado de conseguir. Estar en un sitio en el que nadie más va a estar contigo, salvo los locos que osen acompañarte, tus ángeles y tus demonios.
Qué sería de nosotros sin todos esos demonios que están allí donde estemos, que sonríen mientras caen con nosotros, sin importarles nada salvo que caigamos en duro y no poder levantarnos.
Que sería de nosotros sin los ángeles que mantienen a raya a esos demonios que intentan salirse por nuestros ojos para que todo el mundo nos vea derrotados, y lo que ellos quieran aparentar.
Y que sería de nosotros sin vosotros, pobres locos con recuerdos, que me hacéis olvidar por qué llorar, por qué mirar atrás y por qué pararme a descansar.
Vosotros sois la fuerza, la sonrisa y los pasos que me hacen caminar, locos, ángeles y demonios. Sois el equilibrio que me hace tocar fondo, cambiar de perspectiva y estar donde nunca creí poder llegar.
Darnos cuenta de donde estamos, de buscar a un loco que quiera escucharnos, de escuchar, de escuchar, de escuchar, y de elegir.
Me encantan los cuentos con sabor a chocolate, donde los villanos son nubes naranjas rellenas de casas sin cristales. Que todo esté repleto de campos de lápices de colores, y pintarme los pies del color de un buenas noches o un buenos días con la sonrisa adecuada. Que sean tus ojos los que se vean en el cielo y que tenga que rescatar a un pobre de las garras de un príncipe azul.
Y así es como deberíamos elegir, con la facilidad con la que podrías impregnarte de un cuento y ser el caballero que decide salvar a la princesa. Y en esta ocasión toca salvarte a ti, pobre loco con cuentos.
Me encantan los cuentos que hablen de ti,
de mi,
y de castillos de chocolate.